¿Conoces la historia de José Andrés Wilson?

EL SUB TENIENTE JOSÉ ANDRÉS WILSON

Una historia poco valorada y desconocida es la del subteniente Andrés Wilson, uno de los cinco juramentados del Atacama. En el Monumento a las Glorias del Atacama, ubicado en la alameda Matta de Copiapó, está un óvalo que le recuerda como tal.

Andrés Wilson, está señalado como uno de los constructores de los fuertes de Caldera, pero, su historia es casi similar a la de Rafael Torreblanca, pues también se enamoró, se casó y tuvo que dejar a su amada, porque él marchó a cumplir con los deberes que la Patria le exigía. Andrés Wilson era hijo de extranjeros avecindados en Copiapó, estudió en el Liceo de Hombres de la ciudad.

Apenas se hicieron los primeros llamados para integrar los Cuerpos Cívicos de Atacama, el joven José Andrés, corrió para inscribirse al llamado que estaba haciendo la autoridad. Se pretendía conformar un cuerpo de milicianos para salir en defensa de la Patria. Fue contratado como subteniente de la Cuarta Compañía del Primer Batallón Atacama.

Tuvo una sobresaliente actuación – previa a los combates – donde cultivó amistad con todos sus compañeros oficiales. Conoció en el puerto a Carlos Porter Wilkinson, cuyos conocimientos sobre ingeniería en materiales rodantes fue fundamental para que el Ejército, en la persona del Coronel Tomás Walton Gana – requiriera de sus servicios – como oficial encargado de montar los cañones en ejes rotatorios y rieles del Fuerte Norte.

En esa amistad, Carlos Porter y su esposa Emilia Mosso, apadrinaron a José Andrés Wilson – que había encontrado el amor en el puerto – y antes de marchar, junto a su amada tomaron la decisión de unirse en matrimonio. Fue su casamiento el 7 de septiembre de 1879, con la dama calderina Carmela Vera Pineda, Directora de la Escuela de Niñas de Caldera.

Instalado el batallón en el teatro de operaciones del Norte, el subteniente Wilson en forma de broma y cuando se hacía uso de la retreta, planteó la idea que sería la continuación de una leyenda inmortal. Dijo – si muero en combate, me gustaría que me recordarán – y si alguno de los que sobreviviera – después de finalizado el conflicto – recoger mis restos, lo agradecería.

Este comentario, dio pie para iniciar un pacto. ¡Un juramento!… El que sobreviviese al rigor de la guerra, tendría la obligación de rescatar los restos de sus compañeros de armas y llevarlos a sus familias, pero antes que nada… ¡dar todo en los combates, hasta entregar la vida!. Murió en combate, en el cerro de San Francisco, el 19 de Noviembre de 1879.

Fue uno de los tres juramentados caídos aquel día. Los oficiales Torreblanca y Arce, con sus bayonetas cavaron una tumba, donde dieron sepultura a Vallejos, Blanco y Wilson.

Torreblanca, en una tosca cruz de madera escribió:

¡Cayeron entre el humo del combate,

victimas del deber i del honor;

denodados i heroicos compañeros,

valientes del Atacama, adiós, adiós!…


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